Donnerstag, 27. August 2009

El baobab

En mi último cumpleaños recibí un regalo extraño, quizás el más extraño que me hicieron hasta ahora. Era un pequeño trozo de madera, más bien una rama, envuelta en una funda de tela de colores y motivos africanos, de una tienda con productos de países en desarrollo en Tübingen, procediente directamente de un semillero en el Senegal (muchas gracias a mis amigos Doro y Sascha). Al leer el manual de instrucciones que venía con la rama me enteré de que era un pequeño baobab que había que plantar en tierra para que crezca y se convierta en un magnífico árbol. Decía: "Replantar en tierra. Exposición a plena luz. Dejar secar la tierra entre dos regadas abundantes, y siga regando aunque el baobab pierda las hojas." Esto último me demoralizó un poco, convencida que el árbol immediatamente perdería todas sus hojas - en caso de que algún dia tuviera alguna - al descubrir que mi presencia no favorecía en absoluto el crecimiento de ningún tipo de plantas. Con humor de pesimista busqué un tiesto y un poco de tierra, y de mala gana planté el baobab, lo regué generosamente de vez en cuando no sin dejar que la tierra se seque bien entre las regadas, y esperé. Durante meses no pasó absolutamente nada.

A primeros de julio decidí concederle un plazo de gracia hasta Navidades antes de mirar si tenía raíces o no y, en caso de que no las tuviera, replantarlo a la basura orgánica.

El manual de instrucciones también decía: "El baobab es el árbol de la larga vida y puede acompaَñar a muchas generaciones. La gente se reúne en su sombra para hablar. Su vejez lo convierte en un contemporáneo de sabios y profetas de los viejos tiempos. Se dice que la fuerza de aquellos que han estado sentados bajo el árbol es traspasada a todos los siguientes visitantes." Bueno, tengo la impresión que mi baobab será el primero que fallecerá tras una corta y miserable vida sin haber echado ni una sola sombra.

Al poco tiempo me acordé que los baobabs ya desde siempre me habían caído fatal, que incluso eran muy peligrosos, el "Principito" advierte repetidamente el peligro de su sola presencia y su - ¡qué ironía! - imparable crecimiento. En el capítulo 5 se puede leer: "Precisamente en el planeta del principito, había semillas terribles… como las semillas del baobab [...] 'Hay que obligarse regularmente a arrancar los baobabs. Es un trabajo muy fastidioso, pero muy fácil. [...] A veces no hay inconveniente en dejar para más tarde el trabajo que se ha de hacer; pero tratándose de baobabs, el retraso es siempre una catástrofe. Yo he conocido un planeta, habitado por un perezoso que descuidó tres arbustos…' [...] No me gusta adoptar un tono moralista. Pero el peligro de los baobabs es tan poco conocido, [...] que no vacilo en hacer una excepción y exclamar: '¡Niños, atención a los baobabs!' Y sólo con el fin de advertir a mis amigos de estos peligros a que se exponen desde hace ya tiempo sin saberlo, es por lo que trabajé y puse tanto empeño en realizar este dibujo."

Hm, quizás sería lo mejor librarse de él, y mejor antes que despues... por otra parte esto también supondría una grave falta de educación - al fin y al cabo fue un regalo de cumpleaños...

Dos semanas después el tiempo mejoró, salió el sol y un dia vi que el árbol tenía algo que algún día podía llegar a ser una hoja (producto de una viva imaginación, por supuesto, o quizás tenía algo verde en el ojo). Pero a los pocos dias habían crecido unas cuantas hojas, y desde aquel momento el arbolito ya no paró. Un fin de semana después el número y el tamaño de las hojas se habían duplicado, y al mes la planta ya se parecía a un árbol, pequeño pero inconfundible. Ahora me levanto curiosa, dia tras dia, para echarle un vistazo a mi baobab que crece y crece y crece y crece, le salen un montón de hojas y disfruta de su vista panorámica desde mi ventana. Quizás este sería el mejor momento para librarse de la peligrosa criatura, de arrancarla con raíces y tierra y tirarla a la basura, pero desafortunadamente ya le he cogido mucho cariño...

Si alguien me busca, estoy tumbada en la sombra de mi baobab, absorbiendo su fuerza y su sabiduría, dejando el trabajo para más tarde y esperando las primeras flores (que saldrán en 8 a 10 años - segun Wikipedia).

Dienstag, 28. April 2009

Vegetarianos de viaje

Hace casi 13 años que no como ni carne ni pescado. Todo empezó con una estúpida apuesta con mi hermana, y sigo más que nada porque me he acostumbrado. Las pocas ocasiones en las que (sin querer o por educación o pereza) comí carne, sobre todo me pareció muy salada, pero no pudo mejorar la impresión general de la comida. Por lo tanto no tengo razón para volver a comer carne o pescado, mientras mis vampiros personales me den pastillas de ferritina después de donar sangre para subir mis valores subterráneos de hematocrito (siempre con la frase “¿ay, niña, sigues sin comer carne?”).
De vez en cuando embarco en la difícil (y pesada) misión de explicar y repetir a gente (sobre todo de orígen español :-) cómo y porqué una persona puede voluntariamente y sin razones obvias o médicas renunciar a nutritivos tan deliciosos, sanos, sabrosos e importantes como chorizo, bacon, jamón, pescado, salchichas, filetes y albóndigas, con lo que me gustaban de chica. Argumentos como la enfermedad de las vacas, cabras y ovejas locas, la peste porcina, la gripe aviar, las vacas clónicas y la cantidad de antibióticos y metales pesados en carne y pescado se han vuelto flojos de tanto usarlos - los mismos argumentos existen para el lado contrario: pesticidas, verduras de manipulación genética, y el tofu que carece de todo sabor (menos del de la salsa en el que ha sido preparado) y cuyo modo de preparación e ingredientes nunca he logrado entender.
En la mencionada conferencia en Goslar hubo una pequeña fiesta para todos los participantes en la que servían comida para picar. En el primer montón de comida hubo aproximadamente un 10% de cosas vegetarianas, palillos con uvas y queso y verduras crudas con salsa de yogur, que desaparecieron en pocos segundos. Tras una emocionante pelea logré pillar tres de cada uno. En el siguiente montón de comida la parte vegetariana se limitaba a 15 nachos con una mancha de salsa picante – que hice desaparecer en tiempo récord. Lo que quedaba eran salchichas, trocitos de pescado, filetitos empanados, albóndigas y filetes de lomo. Además mi estómago cuyos gruñidos eran casi mas ruidosos que Prof. Eisenmenger de Múnich contando anécdotas de su movida vida de patólogo en los últimos 30 años. Por educación e interés descarté la opción de desaparecer para comprarme comida rápida en algún sitio, y acabé en un serio dilema: pasar hambre o comer carne (por la pinta que tenían las salchichas y el pescado fueron eliminados como alternativa). Después del siguiente quejoso gruñido de mi estómago valientemente cogí un filete de lomo. El sabor era el mismo que recordaba. Solo un poco mas salado. Después de cuatro filetes de lomo mi estómago, gracias a Diós, se había calmado y noté un ligero mareo que me hizo parar el exceso carnívoro inmediatamente y para el resto de la noche.
El siguiente reto llegó con mi vuelo a Iowa donde poco antes de aterrizar en Chicago United Airlines anunció su delicioso desayuno. Con un espontáneo espasmo mi estómago me recordó el dónut grasiento e increíblemente dulce que nos dieron la última vez. Pero sorprendentemente United Airlines había decidido remplazar dicho dónut por un desayuno mucho más sano: una chocolatina, un paquete de patatas fritas y un bollo envasado en plástico con una loncha de queso y una loncha de algo que se parecía a jamón de York. Yummmmmie! En seguida llamé la azafata para decirle que había pedido una comida vegetariana. Se llevó el bollo envasado y me lo cambió por otro paquete de patatas fritas. Cuando todavía estaba preguntándome si hubiera sido mejor simplemente quitarle la loncha de jamón de York al bollo, la señora a mi lado descubrió que el bollo había sido envasado el 18 de febrero, y nos preguntamos por donde habría viajado en las últimas seis semanas. Poco después se dio cuenta que dicho bollo no caducaba hasta el dia 18 de septiembre – y se alegró muchísimo de haberlo podido comer en abril y no en agosto. ¡Gracias, United!
En el vuelo de vuelta Lufthansa me había reservado una comida sin lactosa: pollo con arroz, en vez de pasta con salsa de tomate como para el resto de los pasajeros. Querido cocinero de Lufthansa: la expresión “ovo-lacto vegetariano” no tiene nada que ver con el término “sin lactosa”, aunque se parezcan un poco a primera vista, por favor, consulte un diccionario. Me quejé, y en seguida me trajeron pasta con salsa de tomate. ¡Muchas gracias, Lufthansa, qué bien me tratáis!
En Iowa Tomasz me explicó que un kilo de cerdo, con la ayuda de agua, sal y cantidad de especias para tapar el sabor a água, milagrosamente podía ser transformado en hasta siete kilos de jamón. ¡Muchísimas gracias, Tomasz, para darme un nuevo argumento a favor de la comida vegetariana!

Y ahora, lo siento pero os tengo que dejar. Necesito pelearme con un conejo por la ensalada que tenía pensado comer.
El texto alemán de la foto dice "Los vegetarianos protegen el clima", y el tio es miembro de un grupo musical estilo hip-hop alemán llamado "Die Fantastischen Vier" (Los cuatro fantásticos)

Sonntag, 15. März 2009

¿Padece usted de somnolencia conferencial?

Usted está en la 35ª conferencia anual de la Sociedad Alemana de Medicina de Tráfico en Goslar.
¿Cómo de probable es que usted se duerma en una de las siguientes situaciones?

Por favor evalue la probabilidad en una escala de 0 (no muy probable) a 3 (muy probable) y sume los puntos.

  1. Durante el viaje a Goslar en un tren que sale desde Heidelberg a las 5.47 h de la mañana
  2. Durante el saludo del presidente de la conferencia, Prof. Don Tal-y-tal (o algo del estilo)
  3. En el bufete de comida a mediodía
  4. Durante el concierto de la banda de trompetas y saxos del instituto local
  5. Durante el discurso del invitado de honor, el ministro alemán de ecología, sobre, uhm, ¿algo de ecología?
  6. En la sala de televisión del albergue juvenil a continuación de la cena oficial con comida excelente y barra libre
  7. Dando una vuelta en el centro de la ciudad, con visita guiada a una de las iglesias más antiguas y concierto de órgano
  8. Durante la 4ª presentación en la sesión “somnolencia diurna y la abilidad de conducir” con el título “ojos como platos detrás del volante”
Le agradecemos su participación en esta encuesta.

Evaluación:


0-9 puntos:
¡Enhorabuena! No padece de somnolencia conferencial. Esto puede ser debido a que usted es nuev@ y dispone de muy alta motivación, usted tiene una o varias presentaciones, usted es el responsable de la organización, la recepción o la alimentación de los participantes, se ha equivocado en la dósis de café esta mañana o ha aprovechado demasiado de las pausas de café, o ha confundido sus vitaminas con amfetaminas.

10-12 puntos:
Su somnolencia conferencial supone una constante ambigüedad entre forzada y amable atención en combinación con interés fingido y el estado de hibernación en el que su cerebro preferiría estar en estos momentos. Hable con compañeros competentes de su somnolencia conferencial. Con un poco de suerte hay una presentación sobre el tema que pueden atender juntos.


13-24 puntos:

¿Qué demonios busca usted en una conferencia? ¡Debería estar en la cama! Acuda allí directamente sin considerar una pequeña desviación por el bufete, y ni se le ocurra distraer al resto de los participantes y presentadores con sus ronquidos. No vaya a ninguna conferencia hasta que la terapia de sus somnolencia haya tenido éxito. Pare ya de tirar por la ventana el dinero de su departamento.

Similaridades con el cuestionario de la asociación alemana de automovilistas sobre somnolencia diurna son pura casualidad. Y una de las fotos, por supuesto, solo es un fotomontaje y no fue sacada espontáneamente.

Freitag, 6. März 2009

CappuCine

El primer y tercer miércoles de cada mes los multicines Cineplex en Mannheim ofrecen algo llamado CappuCine: por 4€ se puede ver una película que ya no está en cartelera (pero todavía no ha salido en DVD), por 2€ extra se incluyen una bebida caliente y un trozo de bizcocho. Hay un descuento de 1€ para jubilados. Como de momento los experimentos en el laboratorio no funcionan demasiado bien y ya he juntado tropecientas horas extra en las últimas semanas decidí espontáneamente cogerme una tarde libre para ir al cine a Mannheim.
Delante mia en la cola veo a una simpática pareja de jubilados que durante la película estarán sentados a mi lado. Cuando digo “Una entrada para ‘Im Winter ein Jahr’ [Un año en invierno] con café y bizcocho, por favor” me doy cuenta que una señora no muy joven detrás mia susurra a su compañera usando el fuerte dialecto de Mannheim “Uschi, ¿has oido? El jóven muchacho también está aquí para ver la peli de jubilados.” Durante un segundo me quedo de piedra, mucho más irritada por lo del “muchacho” (a lo mejor el último corte de pelo fue un poco exagerado...) que por la “peli de jubilados”. A continuación recojo mi latte macchiato extra grande y el trozo de bizcocho de nueces en la barra, me voy a mi asiento, le aseguro al hombre que lo ocupa y a la mujer a su lado que pueden quedarse donde estan, me siento en el asiento dos asientos más allá, coloco mi chaqueta en el asiento en medio y me concentro al máximo en mi merienda.
Cuando acabo con el bizcocho mis vecinos de asiento, la pareja de jubilados, me miran. “Disculpe, ¿le puedo preguntar una cosa? ¿Cuánto ha pagado usted?” – “6 euros.” La pareja de jubilados y los de la fila detrás nuestra empiezan a murmurar. Les enseño mi taza de café. “Sí, con café y bizcocho. Si no sólo me hubiera costado 4€.“ – „Ah, ya decía yo, ¡qué caro! Nosotros solo hemos pagado 6 euros en total, mi marido y yo. Descuento de jubilados.” Más murmullos en la fila de detrás. Cuando me doy la vuelta para mirar quien está siguiendo nuestra conversación tan atentamente me asusto: En el cine hay unas 80 personas en total, casi todas son mujeres (probablemente debido a la película que vamos a ver) y todos son por lo menos del doble de mi edad. Una mezcla (o uniformidad) de público que hasta ahora nunca había visto en un cine, a pesar de que voy bastante. La mayoría de los expectadores está tomando su café y charlando. Como en casa en el sofá. De vez en cuando hay pequeñas peleas de asiento. “No me puedo explicar porqué la gente tiene que llevar su chaqueta al cine y dejarla justamente en MI asiento. Con el tiempo que hace ya no se necesita chaqueta. Se puede dejar en casa tranquilamente.” Se apagan las luces. Un anuncio, empieza la película. Últimas conversaciones en dialecto y a todo volumen. “Oye, esta señora, Caroline Link [la directora de la película], ¿no es la que escribió aquella novela bestseller?” – “No, mujer, no. Es la que se llevó el Oscar hace 5 años. ‘Nirgendwo in Afrika’ [En ninguna parte de África].” – “Ah, sí, ahora me acuerdo. ¿Y cómo se llamaba la otra, la autora de ese bestseller?” Bueno, a ver si nos podemos concentrar un poco en la película, hay gente que ha venido para verla... Sorprendentemente unos minutos después todos estan callados. Nadie busca cosas en su bolso, no hay comentarios, no suenan móviles. De vez en cuando se oye un llanto casi silencioso. Y aunque la película es muy triste, soy (como siempre) la única persona en el cine entero que no se ha dado cuenta de cuándo había que empezar a llorar. Salen los créditos del final, se enciende la luz, la gente empieza a moverse. “Bueno, encantada de veros. Saludos al resto de la familia. Y hasta la próxima.“
Ah. Ahora entiendo. En los viejos tiempos la gente de Mannheim quedaba los domingos a las tres en casa de los vecinos para tomar café y bizcocho, charlar y enterarse del último cotilleo. Hoy dia quedan los miércoles a la misma hora en CappuCine.

Montag, 16. Februar 2009

Dopaje en el trabajo

El viernes pasado todos los empleados de la clínica universitaria de Heidelberg recibieron una carta personal (en papel, no electrónica) de la administración. Quería comunicarnos que, debido a la presunta implicación de otra clínica universitaria de la comunidad autónoma en un escándalo, el dopaje está prohibido. Esto incluye, pero no está limitado a, la auto-administración de dopaje y su administración a terceros, de forma deliberada o inconciente. Y la corrupción también está prohibida.
¿Y qué tengo que leer en la última edición del diario alemán Der Spiegel? Dos milliones de alemanes van dopados al trabajo, de ellos 800.000 con regularidad
(artículo en alemán). Y no estamos hablando de tonterías como café, vitaminas y tabaco. No, no, ni hablar, estamos hablando de drogas. Antidepresivos, medicamentos de prescripción obligatoria, drogas ilegales, y otras sustancias que ahumentan la concentración y eficiencia. No me lo puedo creer.
Todos los días la policía nos trae muestras de sangre y orina para analizar, muchas veces indicando que se trata de análisis urgentes. De vez en cuando también trae plantas o partes de plantas, sustancias en polvo o comprimidos, y resulta que es marihuana, cocaína, heroína, ecstasy o sabe Diós qué. Normalmente estos últimos análisis son todavía más urgentes, porque muchas veces el sospechoso ya está en detención provisional. Nuestra caja fuerte revienta de sustancias que ahumentan la concentración y eficiencia de trabajo, y la policía no para de traernos más. ¿Y nosotros qué hacemos? Nos dopamos con la comida del comedor, con cafeína, nicotina, chocolate y toneladas de chucherías, y nos alegramos si terminamos nuestros análisis justo a tiempo (o un pelín después). Pero, ¿qué creéis? ¿Que los del instituto de medicina forense son tontos, eh? Pues no, señor. Que conste que somos capables y estamos dispuestos a mejorar y leer entre líneas. Después de años de indirectas, por fin nos hemos enterado del asunto. Y gracias a las amables y detalladas instrucciones por parte de la administración y la prensa a partir de ahora todo cambiará - ¿porqué tardamos tanto en caer, con lo fácil que es? No me lo explico...
Bueno, policías, a ver si nos traéis más de esas graciosas pastillitas de colorines. Las repartiremos entre todos y tendréis vuestros resultados antes de que vuestras neuronas puedan articular la palabra “urgente”. Olé.
Y ahora, lo siento pero os tengo que dejar. Necesito echarle un vistazo a la caja fuerte.

Freitag, 13. Februar 2009

Tatort

Películas policiacas y series de crímen y misterio no son de las mejores cosas que Alemania sabe producir. Ha habido algunos buenos intentos, pero nada que me haya hecho sentir un deseo irresistible de ir al cine o pasar la noche entera pegada a la tele (que no tengo). Para eso prefiero ver “El silencio de los corderos” (por tropecienta vez). O películas basadas en novelas de Henning Mankell, con el comisario Wallander. O – si realmente me apetece mucho y no hay alternativas – “Crossing Jordan” o “Cold Case”. A pesar de todos estos argumentos, el crímen del domingo “Tatort” (lugar de crímen) ha sobrevivido desde hace casi 40 años. Van 722 capítulos (más los que estan rodando y los que ya estan terminados y esperando que los echen por la televisión), no hay quién no lo conozca, y ni siquiera han cambiado el principio con su melodía característica.

Son 90 min (sin publicidad) de suspense, como cualquier película policiaca (o mejor), pero con mucha crítica social, temas de actualidad, características locales y regionales, y discusiones controversas en el foro de internet de la página oficial. Pero a pesar de no ser un programa ligero y de comedia disfruta de una popularidad general impresionante en Alemania, Austria y Suiza. Por supuesto hay excepciones. Por ejemplo gente del norte de Alemania que no entiende a los austríacos (por hablar un alemán muy distinto), o gente de Suabia y Sajonia que critica que los nuevos comisarios de Stuttgart y Leipzig hablan menos dialecto que sus antecesores que se jubilaron el año pasado. Y admito que ha habido capítulos muy, muy raros, para no decir penosos. Pero, bueno, esperamos una semana y no nos decepcionarán dos veces seguidas. Tatort es un clásico. En muchos sitios se han establecido bares a los que la gente peregrina domingo tras domingo para ver los nuevos episodios con espaguetis con salsa de tomate, unas cañas y otros aficionados. Desafortunadamente hasta ahora no hay ninguno en Heidelberg (si me quedo sin trabajo abriré el primero :-).
Tatort ha sobrevivido incluso en tiempos duros. La competencia de la televisión privada, la caída del muro de Berlín y la reunificación, la eterna emisión paralela de películas de Rosamunde Pilcher, y, que no se olvide, la prohibición del consumo de tabaco en la televisión pública. Mientras el comisario Trimmel fumaba cadena y cogió el taxi a Leipzig envuelto en una gran nube de humo en el primer episodio del 1970, desde hace algunos años todos los comisarios se han librado del vicio (si fue necesario) convirtiéndose en excelentes modelos para la juventud. Por cierto, la mayoría de los sospechosos y asesinos también lo son – por lo menos en cuanto a su consumo de tabaco.
Por lo que sea, el concepto de Tatort funciona. Hay rumores que ahora los holandeses intentarán copiarlo. Como tienen más de 700 capítulos alemanes para sacar ideas e inspiraciones no puede ser tan difícil. Incluso los americanos, que por costumbre se niegan a doblar películas y prefieren producciones americanas, podrían sorprender a su público traumatizado del CSI-de-no-sé-dónde y rodar los primeros 700 episodios en inglés para salvar la industria cinematográfica que como todos ha sufrido a causa de la crísis. Con un buen concepto de marketing, algunos actores conocidos para los papeles de comisari@, un poco de suerte (y quizás unas pocas de escenas con más acción en los viejos capítulos) podrían reclutar un público fiel y aficionado como lo es el alemán.
En caso de que necesiten ayuda, me pueden llamar cuando quieran. Excepto los domingos entre las 20.15 h y las 21.45 h.

Montag, 9. Februar 2009

Pelos, pelos, pelos

He empezado un nuevo proyecto en el instituto de medicina forense. Se trata de análisis de pelo, y es horrible. Por supuesto no lo es el proyecto mismo, que en sí me gusta, me parece interesante y con un poco de suerte se puede publicar bastante bien. Es sobre como lavar los pelos antes de analizarlos para distinguir entre sustancias que vienen desde la circulación y han sido integradas en el pelo y otras que proceden de contaminación externa (humo, sudor, etc) y adhieren al pelo por fuera (no sé si me explico bien). Y no, no me paso el dia entero fumando opio o amasando los pelos en mis manos llenas de cocaína en polvo. :-)

Más bien intento desde hace un mes atar, contaminar, pesar, lavar, secar, m
oler, y pesar de nuevo mis pelos estándar en los bonitos colores rubio mediano, marrón claro, rojo, negro-japonés y chino-oxigenado y luego extraher las drogas con las que los he contaminado. Y eso con lo manazas que soy. Hasta hoy dia me pregunto como mi jefa pudo darle un proyecto en el que toca trabajar con objetos de menos de 0,1 mm de diametro a una persona tan nerviosa y patosa como yo. No me lo explico.

Vale, lo hizo con las mejores intenciones y sobre todo quería ayudar cuando mi jefe del otro laboratorio me comunicó a principios de noviembre por correo electrónico que no tenía pensado seguir pagándome en el 2009 y me quedé con 1/3 de jornada menos. Vale, todavía tenía ese proyecto y el dinero para pagarlo metido en algún cajón y estaba dispuesta a ahumentar mi sueldo durante 6 meses de un 66% de jornada a un 81,58%. Y vale, yo estaba de bastante mala leche por la forma en la que habían pasado las cosas y solo quería trabajar mi jornada entera. Y ya. Le dije que sí, y me quedé con el proyecto del pelo. Y la verdad es que tampoco quiero quejarme por tener la gran oportunidad de ampliar mis conocimientos y experiencias en el laboratorio.

Me quedan 5 meses. El molino para moler el pelo hace un ruido inaguantable, igual que el baño de ultrasonido para hacer la extracción (menos mal que el molino tarda solo 8 minutos para moler dos muestras, sin embargo las extracciones son de 2-3 horas). En todas partes – en mi mesa en el laboratorio, en mi ropa, en casa en el teclado del portátil,
en mis zapatos e incluso en mi taza de té del desayuno – encuentro pelo que no me pertenece. Se acabaron los tiempos en los que se podía silbar cuando echaban una bonita canción en la radio, algo que me recuerda mucho a mi doctorado: “Oh, que canción más bonita – un momento, ¿no había por aquí unas 50 moscas drosófila anestesiadas? ¡Mierda! ... Eh, hola jefe, no, no, todo bien, estaba contando mis moscas drosófila y no sé cómo pero las repartí por todas partes. No, no pasa nada, ahora mismo las recojo y sigo antes de que se despierten.” Desafortunadamente pelo molido es mucho más pequeño que moscas drosófila anestesiadas... – la única ventaja es que no se despierta y sale volando al poco tiempo.

Además mi compañera de clases de judo, Lucie, me regaló un libro en Navidades (Haruki Murakami: Crónica del pájaro que da cuerda al mundo) en el que una protagonista trabaja para una fábrica de pelucas y se pasa el dia evaluando al pelo retrocediente de sus conciudadanos masculinos usando tres categorías: A “aquellos que ya estan calvos”, B “aquellos que han perdido bastante pelo” y C “aquellos cuyo pelo se ha aclarado algo”. Desde que acabé aquél libro me pillo de vez en cuando categorizando a otra gente en “aquellos cuyo pelo es demasiado corto”, “aquellos cuyo pelo es demasiado irregular” y “ese color ya lo he analizado”.

Mis compañeros de trabajo ya se echan a reir cuando me ven luchando con aquel enemigo invisible al que uno no puede vencer ni siquiera usando las más sofisticadas llaves de judo. Admito que de vez en cuando debo parecer una amaestradora de pulgas. Para compensar la eterna paciencia que se necesita para este trabajo de chinos con manojos de pelo de 3 cm de longitud y 300 mg de peso me he dedicado a descongelar uno de los frigoríficos en el laboratorio. Voluntariamente. Y sola (o casi sola). Con una llave inglesa gorda, dando golpes y haciendo muchísimo ruido y poniendo una cara decidida (para no decir agresiva) – “Regine, no quiero saber en quien estás pensando ahora mismo...” – saqué un lavabo grande de hielo de dicho frigorífico. Uff, no os podéis imaginar lo bien que me sentí después.

Una segunda parte del proyecto trata de oxigenar el pelo contaminado o hacerle la permanente, y luego pesar, lavar, secar, moler, pesar de nuevo y extraher las drogas. Menos mal que en el laboratorio tenemos más frigoríficos que urgentemente necesitan ser descongelados.

Para que un análisis de pelo sea valido en un juicio (para demostrar abstinencia de drogas etc.) se necesita por lo menos una mecha de 8 cm de longitud. Y he jurado a mi misma de ahorrar trabajo a mis compañeros cortandome el pelo antes de que llegue a los 8 cm. 6 cm también me quedan bien. Y para cambiar un poco podría oxigenarlo y/o hacerme la permanente. :-)

Hasta pronto y: Porom pom pom, porompom porom pom pelo, pelo, porom pom porom pom, pelo, pelo, porom pom pom peeeelooooo.