Freitag, 6. März 2009

CappuCine

El primer y tercer miércoles de cada mes los multicines Cineplex en Mannheim ofrecen algo llamado CappuCine: por 4€ se puede ver una película que ya no está en cartelera (pero todavía no ha salido en DVD), por 2€ extra se incluyen una bebida caliente y un trozo de bizcocho. Hay un descuento de 1€ para jubilados. Como de momento los experimentos en el laboratorio no funcionan demasiado bien y ya he juntado tropecientas horas extra en las últimas semanas decidí espontáneamente cogerme una tarde libre para ir al cine a Mannheim.
Delante mia en la cola veo a una simpática pareja de jubilados que durante la película estarán sentados a mi lado. Cuando digo “Una entrada para ‘Im Winter ein Jahr’ [Un año en invierno] con café y bizcocho, por favor” me doy cuenta que una señora no muy joven detrás mia susurra a su compañera usando el fuerte dialecto de Mannheim “Uschi, ¿has oido? El jóven muchacho también está aquí para ver la peli de jubilados.” Durante un segundo me quedo de piedra, mucho más irritada por lo del “muchacho” (a lo mejor el último corte de pelo fue un poco exagerado...) que por la “peli de jubilados”. A continuación recojo mi latte macchiato extra grande y el trozo de bizcocho de nueces en la barra, me voy a mi asiento, le aseguro al hombre que lo ocupa y a la mujer a su lado que pueden quedarse donde estan, me siento en el asiento dos asientos más allá, coloco mi chaqueta en el asiento en medio y me concentro al máximo en mi merienda.
Cuando acabo con el bizcocho mis vecinos de asiento, la pareja de jubilados, me miran. “Disculpe, ¿le puedo preguntar una cosa? ¿Cuánto ha pagado usted?” – “6 euros.” La pareja de jubilados y los de la fila detrás nuestra empiezan a murmurar. Les enseño mi taza de café. “Sí, con café y bizcocho. Si no sólo me hubiera costado 4€.“ – „Ah, ya decía yo, ¡qué caro! Nosotros solo hemos pagado 6 euros en total, mi marido y yo. Descuento de jubilados.” Más murmullos en la fila de detrás. Cuando me doy la vuelta para mirar quien está siguiendo nuestra conversación tan atentamente me asusto: En el cine hay unas 80 personas en total, casi todas son mujeres (probablemente debido a la película que vamos a ver) y todos son por lo menos del doble de mi edad. Una mezcla (o uniformidad) de público que hasta ahora nunca había visto en un cine, a pesar de que voy bastante. La mayoría de los expectadores está tomando su café y charlando. Como en casa en el sofá. De vez en cuando hay pequeñas peleas de asiento. “No me puedo explicar porqué la gente tiene que llevar su chaqueta al cine y dejarla justamente en MI asiento. Con el tiempo que hace ya no se necesita chaqueta. Se puede dejar en casa tranquilamente.” Se apagan las luces. Un anuncio, empieza la película. Últimas conversaciones en dialecto y a todo volumen. “Oye, esta señora, Caroline Link [la directora de la película], ¿no es la que escribió aquella novela bestseller?” – “No, mujer, no. Es la que se llevó el Oscar hace 5 años. ‘Nirgendwo in Afrika’ [En ninguna parte de África].” – “Ah, sí, ahora me acuerdo. ¿Y cómo se llamaba la otra, la autora de ese bestseller?” Bueno, a ver si nos podemos concentrar un poco en la película, hay gente que ha venido para verla... Sorprendentemente unos minutos después todos estan callados. Nadie busca cosas en su bolso, no hay comentarios, no suenan móviles. De vez en cuando se oye un llanto casi silencioso. Y aunque la película es muy triste, soy (como siempre) la única persona en el cine entero que no se ha dado cuenta de cuándo había que empezar a llorar. Salen los créditos del final, se enciende la luz, la gente empieza a moverse. “Bueno, encantada de veros. Saludos al resto de la familia. Y hasta la próxima.“
Ah. Ahora entiendo. En los viejos tiempos la gente de Mannheim quedaba los domingos a las tres en casa de los vecinos para tomar café y bizcocho, charlar y enterarse del último cotilleo. Hoy dia quedan los miércoles a la misma hora en CappuCine.

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