Donnerstag, 27. August 2009

El baobab

En mi último cumpleaños recibí un regalo extraño, quizás el más extraño que me hicieron hasta ahora. Era un pequeño trozo de madera, más bien una rama, envuelta en una funda de tela de colores y motivos africanos, de una tienda con productos de países en desarrollo en Tübingen, procediente directamente de un semillero en el Senegal (muchas gracias a mis amigos Doro y Sascha). Al leer el manual de instrucciones que venía con la rama me enteré de que era un pequeño baobab que había que plantar en tierra para que crezca y se convierta en un magnífico árbol. Decía: "Replantar en tierra. Exposición a plena luz. Dejar secar la tierra entre dos regadas abundantes, y siga regando aunque el baobab pierda las hojas." Esto último me demoralizó un poco, convencida que el árbol immediatamente perdería todas sus hojas - en caso de que algún dia tuviera alguna - al descubrir que mi presencia no favorecía en absoluto el crecimiento de ningún tipo de plantas. Con humor de pesimista busqué un tiesto y un poco de tierra, y de mala gana planté el baobab, lo regué generosamente de vez en cuando no sin dejar que la tierra se seque bien entre las regadas, y esperé. Durante meses no pasó absolutamente nada.

A primeros de julio decidí concederle un plazo de gracia hasta Navidades antes de mirar si tenía raíces o no y, en caso de que no las tuviera, replantarlo a la basura orgánica.

El manual de instrucciones también decía: "El baobab es el árbol de la larga vida y puede acompaَñar a muchas generaciones. La gente se reúne en su sombra para hablar. Su vejez lo convierte en un contemporáneo de sabios y profetas de los viejos tiempos. Se dice que la fuerza de aquellos que han estado sentados bajo el árbol es traspasada a todos los siguientes visitantes." Bueno, tengo la impresión que mi baobab será el primero que fallecerá tras una corta y miserable vida sin haber echado ni una sola sombra.

Al poco tiempo me acordé que los baobabs ya desde siempre me habían caído fatal, que incluso eran muy peligrosos, el "Principito" advierte repetidamente el peligro de su sola presencia y su - ¡qué ironía! - imparable crecimiento. En el capítulo 5 se puede leer: "Precisamente en el planeta del principito, había semillas terribles… como las semillas del baobab [...] 'Hay que obligarse regularmente a arrancar los baobabs. Es un trabajo muy fastidioso, pero muy fácil. [...] A veces no hay inconveniente en dejar para más tarde el trabajo que se ha de hacer; pero tratándose de baobabs, el retraso es siempre una catástrofe. Yo he conocido un planeta, habitado por un perezoso que descuidó tres arbustos…' [...] No me gusta adoptar un tono moralista. Pero el peligro de los baobabs es tan poco conocido, [...] que no vacilo en hacer una excepción y exclamar: '¡Niños, atención a los baobabs!' Y sólo con el fin de advertir a mis amigos de estos peligros a que se exponen desde hace ya tiempo sin saberlo, es por lo que trabajé y puse tanto empeño en realizar este dibujo."

Hm, quizás sería lo mejor librarse de él, y mejor antes que despues... por otra parte esto también supondría una grave falta de educación - al fin y al cabo fue un regalo de cumpleaños...

Dos semanas después el tiempo mejoró, salió el sol y un dia vi que el árbol tenía algo que algún día podía llegar a ser una hoja (producto de una viva imaginación, por supuesto, o quizás tenía algo verde en el ojo). Pero a los pocos dias habían crecido unas cuantas hojas, y desde aquel momento el arbolito ya no paró. Un fin de semana después el número y el tamaño de las hojas se habían duplicado, y al mes la planta ya se parecía a un árbol, pequeño pero inconfundible. Ahora me levanto curiosa, dia tras dia, para echarle un vistazo a mi baobab que crece y crece y crece y crece, le salen un montón de hojas y disfruta de su vista panorámica desde mi ventana. Quizás este sería el mejor momento para librarse de la peligrosa criatura, de arrancarla con raíces y tierra y tirarla a la basura, pero desafortunadamente ya le he cogido mucho cariño...

Si alguien me busca, estoy tumbada en la sombra de mi baobab, absorbiendo su fuerza y su sabiduría, dejando el trabajo para más tarde y esperando las primeras flores (que saldrán en 8 a 10 años - segun Wikipedia).

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