Sonntag, 15. März 2009

¿Padece usted de somnolencia conferencial?

Usted está en la 35ª conferencia anual de la Sociedad Alemana de Medicina de Tráfico en Goslar.
¿Cómo de probable es que usted se duerma en una de las siguientes situaciones?

Por favor evalue la probabilidad en una escala de 0 (no muy probable) a 3 (muy probable) y sume los puntos.

  1. Durante el viaje a Goslar en un tren que sale desde Heidelberg a las 5.47 h de la mañana
  2. Durante el saludo del presidente de la conferencia, Prof. Don Tal-y-tal (o algo del estilo)
  3. En el bufete de comida a mediodía
  4. Durante el concierto de la banda de trompetas y saxos del instituto local
  5. Durante el discurso del invitado de honor, el ministro alemán de ecología, sobre, uhm, ¿algo de ecología?
  6. En la sala de televisión del albergue juvenil a continuación de la cena oficial con comida excelente y barra libre
  7. Dando una vuelta en el centro de la ciudad, con visita guiada a una de las iglesias más antiguas y concierto de órgano
  8. Durante la 4ª presentación en la sesión “somnolencia diurna y la abilidad de conducir” con el título “ojos como platos detrás del volante”
Le agradecemos su participación en esta encuesta.

Evaluación:


0-9 puntos:
¡Enhorabuena! No padece de somnolencia conferencial. Esto puede ser debido a que usted es nuev@ y dispone de muy alta motivación, usted tiene una o varias presentaciones, usted es el responsable de la organización, la recepción o la alimentación de los participantes, se ha equivocado en la dósis de café esta mañana o ha aprovechado demasiado de las pausas de café, o ha confundido sus vitaminas con amfetaminas.

10-12 puntos:
Su somnolencia conferencial supone una constante ambigüedad entre forzada y amable atención en combinación con interés fingido y el estado de hibernación en el que su cerebro preferiría estar en estos momentos. Hable con compañeros competentes de su somnolencia conferencial. Con un poco de suerte hay una presentación sobre el tema que pueden atender juntos.


13-24 puntos:

¿Qué demonios busca usted en una conferencia? ¡Debería estar en la cama! Acuda allí directamente sin considerar una pequeña desviación por el bufete, y ni se le ocurra distraer al resto de los participantes y presentadores con sus ronquidos. No vaya a ninguna conferencia hasta que la terapia de sus somnolencia haya tenido éxito. Pare ya de tirar por la ventana el dinero de su departamento.

Similaridades con el cuestionario de la asociación alemana de automovilistas sobre somnolencia diurna son pura casualidad. Y una de las fotos, por supuesto, solo es un fotomontaje y no fue sacada espontáneamente.

Freitag, 6. März 2009

CappuCine

El primer y tercer miércoles de cada mes los multicines Cineplex en Mannheim ofrecen algo llamado CappuCine: por 4€ se puede ver una película que ya no está en cartelera (pero todavía no ha salido en DVD), por 2€ extra se incluyen una bebida caliente y un trozo de bizcocho. Hay un descuento de 1€ para jubilados. Como de momento los experimentos en el laboratorio no funcionan demasiado bien y ya he juntado tropecientas horas extra en las últimas semanas decidí espontáneamente cogerme una tarde libre para ir al cine a Mannheim.
Delante mia en la cola veo a una simpática pareja de jubilados que durante la película estarán sentados a mi lado. Cuando digo “Una entrada para ‘Im Winter ein Jahr’ [Un año en invierno] con café y bizcocho, por favor” me doy cuenta que una señora no muy joven detrás mia susurra a su compañera usando el fuerte dialecto de Mannheim “Uschi, ¿has oido? El jóven muchacho también está aquí para ver la peli de jubilados.” Durante un segundo me quedo de piedra, mucho más irritada por lo del “muchacho” (a lo mejor el último corte de pelo fue un poco exagerado...) que por la “peli de jubilados”. A continuación recojo mi latte macchiato extra grande y el trozo de bizcocho de nueces en la barra, me voy a mi asiento, le aseguro al hombre que lo ocupa y a la mujer a su lado que pueden quedarse donde estan, me siento en el asiento dos asientos más allá, coloco mi chaqueta en el asiento en medio y me concentro al máximo en mi merienda.
Cuando acabo con el bizcocho mis vecinos de asiento, la pareja de jubilados, me miran. “Disculpe, ¿le puedo preguntar una cosa? ¿Cuánto ha pagado usted?” – “6 euros.” La pareja de jubilados y los de la fila detrás nuestra empiezan a murmurar. Les enseño mi taza de café. “Sí, con café y bizcocho. Si no sólo me hubiera costado 4€.“ – „Ah, ya decía yo, ¡qué caro! Nosotros solo hemos pagado 6 euros en total, mi marido y yo. Descuento de jubilados.” Más murmullos en la fila de detrás. Cuando me doy la vuelta para mirar quien está siguiendo nuestra conversación tan atentamente me asusto: En el cine hay unas 80 personas en total, casi todas son mujeres (probablemente debido a la película que vamos a ver) y todos son por lo menos del doble de mi edad. Una mezcla (o uniformidad) de público que hasta ahora nunca había visto en un cine, a pesar de que voy bastante. La mayoría de los expectadores está tomando su café y charlando. Como en casa en el sofá. De vez en cuando hay pequeñas peleas de asiento. “No me puedo explicar porqué la gente tiene que llevar su chaqueta al cine y dejarla justamente en MI asiento. Con el tiempo que hace ya no se necesita chaqueta. Se puede dejar en casa tranquilamente.” Se apagan las luces. Un anuncio, empieza la película. Últimas conversaciones en dialecto y a todo volumen. “Oye, esta señora, Caroline Link [la directora de la película], ¿no es la que escribió aquella novela bestseller?” – “No, mujer, no. Es la que se llevó el Oscar hace 5 años. ‘Nirgendwo in Afrika’ [En ninguna parte de África].” – “Ah, sí, ahora me acuerdo. ¿Y cómo se llamaba la otra, la autora de ese bestseller?” Bueno, a ver si nos podemos concentrar un poco en la película, hay gente que ha venido para verla... Sorprendentemente unos minutos después todos estan callados. Nadie busca cosas en su bolso, no hay comentarios, no suenan móviles. De vez en cuando se oye un llanto casi silencioso. Y aunque la película es muy triste, soy (como siempre) la única persona en el cine entero que no se ha dado cuenta de cuándo había que empezar a llorar. Salen los créditos del final, se enciende la luz, la gente empieza a moverse. “Bueno, encantada de veros. Saludos al resto de la familia. Y hasta la próxima.“
Ah. Ahora entiendo. En los viejos tiempos la gente de Mannheim quedaba los domingos a las tres en casa de los vecinos para tomar café y bizcocho, charlar y enterarse del último cotilleo. Hoy dia quedan los miércoles a la misma hora en CappuCine.