Dienstag, 28. April 2009

Vegetarianos de viaje

Hace casi 13 años que no como ni carne ni pescado. Todo empezó con una estúpida apuesta con mi hermana, y sigo más que nada porque me he acostumbrado. Las pocas ocasiones en las que (sin querer o por educación o pereza) comí carne, sobre todo me pareció muy salada, pero no pudo mejorar la impresión general de la comida. Por lo tanto no tengo razón para volver a comer carne o pescado, mientras mis vampiros personales me den pastillas de ferritina después de donar sangre para subir mis valores subterráneos de hematocrito (siempre con la frase “¿ay, niña, sigues sin comer carne?”).
De vez en cuando embarco en la difícil (y pesada) misión de explicar y repetir a gente (sobre todo de orígen español :-) cómo y porqué una persona puede voluntariamente y sin razones obvias o médicas renunciar a nutritivos tan deliciosos, sanos, sabrosos e importantes como chorizo, bacon, jamón, pescado, salchichas, filetes y albóndigas, con lo que me gustaban de chica. Argumentos como la enfermedad de las vacas, cabras y ovejas locas, la peste porcina, la gripe aviar, las vacas clónicas y la cantidad de antibióticos y metales pesados en carne y pescado se han vuelto flojos de tanto usarlos - los mismos argumentos existen para el lado contrario: pesticidas, verduras de manipulación genética, y el tofu que carece de todo sabor (menos del de la salsa en el que ha sido preparado) y cuyo modo de preparación e ingredientes nunca he logrado entender.
En la mencionada conferencia en Goslar hubo una pequeña fiesta para todos los participantes en la que servían comida para picar. En el primer montón de comida hubo aproximadamente un 10% de cosas vegetarianas, palillos con uvas y queso y verduras crudas con salsa de yogur, que desaparecieron en pocos segundos. Tras una emocionante pelea logré pillar tres de cada uno. En el siguiente montón de comida la parte vegetariana se limitaba a 15 nachos con una mancha de salsa picante – que hice desaparecer en tiempo récord. Lo que quedaba eran salchichas, trocitos de pescado, filetitos empanados, albóndigas y filetes de lomo. Además mi estómago cuyos gruñidos eran casi mas ruidosos que Prof. Eisenmenger de Múnich contando anécdotas de su movida vida de patólogo en los últimos 30 años. Por educación e interés descarté la opción de desaparecer para comprarme comida rápida en algún sitio, y acabé en un serio dilema: pasar hambre o comer carne (por la pinta que tenían las salchichas y el pescado fueron eliminados como alternativa). Después del siguiente quejoso gruñido de mi estómago valientemente cogí un filete de lomo. El sabor era el mismo que recordaba. Solo un poco mas salado. Después de cuatro filetes de lomo mi estómago, gracias a Diós, se había calmado y noté un ligero mareo que me hizo parar el exceso carnívoro inmediatamente y para el resto de la noche.
El siguiente reto llegó con mi vuelo a Iowa donde poco antes de aterrizar en Chicago United Airlines anunció su delicioso desayuno. Con un espontáneo espasmo mi estómago me recordó el dónut grasiento e increíblemente dulce que nos dieron la última vez. Pero sorprendentemente United Airlines había decidido remplazar dicho dónut por un desayuno mucho más sano: una chocolatina, un paquete de patatas fritas y un bollo envasado en plástico con una loncha de queso y una loncha de algo que se parecía a jamón de York. Yummmmmie! En seguida llamé la azafata para decirle que había pedido una comida vegetariana. Se llevó el bollo envasado y me lo cambió por otro paquete de patatas fritas. Cuando todavía estaba preguntándome si hubiera sido mejor simplemente quitarle la loncha de jamón de York al bollo, la señora a mi lado descubrió que el bollo había sido envasado el 18 de febrero, y nos preguntamos por donde habría viajado en las últimas seis semanas. Poco después se dio cuenta que dicho bollo no caducaba hasta el dia 18 de septiembre – y se alegró muchísimo de haberlo podido comer en abril y no en agosto. ¡Gracias, United!
En el vuelo de vuelta Lufthansa me había reservado una comida sin lactosa: pollo con arroz, en vez de pasta con salsa de tomate como para el resto de los pasajeros. Querido cocinero de Lufthansa: la expresión “ovo-lacto vegetariano” no tiene nada que ver con el término “sin lactosa”, aunque se parezcan un poco a primera vista, por favor, consulte un diccionario. Me quejé, y en seguida me trajeron pasta con salsa de tomate. ¡Muchas gracias, Lufthansa, qué bien me tratáis!
En Iowa Tomasz me explicó que un kilo de cerdo, con la ayuda de agua, sal y cantidad de especias para tapar el sabor a água, milagrosamente podía ser transformado en hasta siete kilos de jamón. ¡Muchísimas gracias, Tomasz, para darme un nuevo argumento a favor de la comida vegetariana!

Y ahora, lo siento pero os tengo que dejar. Necesito pelearme con un conejo por la ensalada que tenía pensado comer.
El texto alemán de la foto dice "Los vegetarianos protegen el clima", y el tio es miembro de un grupo musical estilo hip-hop alemán llamado "Die Fantastischen Vier" (Los cuatro fantásticos)

Keine Kommentare:

Kommentar veröffentlichen